sábado, 17 de noviembre de 2012

UN CEREBRO DE MUERTE


           
  Agonizo… después de tres semanas en este pozo, mi cerebro  se ha ralentizado, ya no razono. Veo cosas que se mueven , no puedo seguirlas. Me siento débil, si acaso consigo respirar. Pareciera como si se asará mi carne por dentro, estoy ardiendo, pero tengo frío. Me duelen los riñoes, algo se los está comiendo, creo que ha empezado por ahí. Qué vendrá después, ¿mi hígado?,  ¿mis pulmones?, ¿mi corazón? Tengo todo entumecido. Creo que mi cerebro está comiéndose mi cuerpo y no lo puedo controlar.

Alguien dice algo, no sé quién es, parece una voz amiga «¿Eres tú, John?», pregunto sin fuerzas. «Seas quien seas, por favor… ¡Ayúdame!»

—No te apures— me contesta una voz agradable—. Tu amigo John, no está aquí. He venido a llevarte, pero aún falta un poco más. Debes relajarte, con  paciencia, estas cosas llevan su tiempo.

¿Tiempo?, tiempo es lo que yo llevo aquí ¡hombre! No necesito más tiempo, necesito…

—¡Calla! No despilfarres más energías — me interrumpe con autoridad—. Las necesitarás para recordar a tus hijos, a  tu esposa, a tu familia… o a  tu amigo John, ¡eso será mejor!

-No, no puedo, no puedo recordar… estoy en blanco. Ya no recuerdo más nada, todo lo he recordado ya, en este lugar, ahora no recuerdo nada. Creo que mi memoria también ha sido devorada por el bicho de mi cerebro.

—Entonces llegó la hora. ¡Vamos, levanta! — me arenga.

—Espera, espera… ¿A dónde vamos sin mi cuerpo?

—No te preocupes

—¿Y mi cerebro?

— A donde vamos ¡no te hará falta! —me susurra, haciéndome levitar.


Baker life
Panaderodelavida.blogspot.com







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