Nada más escuchar la primera explosión de la mañana, entró por mi ventana un
ambiente humeante a pólvora recién quemada. El traqueteo resonó entre los gritos de auxilio en mis recuerdos, pero mi boca, raspando los
labios con el pretérito de mis heridas de bala, enmudeció. Las piernas
temblorosas plantaron a mi turbado cuerpo dejándome inmóvil ante aquella
resonante explosión. Fue entonces cuando mi casero gritó por la ventana haciendo
aspa vientos y, entre dormid, sin saberlo, me ayudó a difuminar el terrorífico
asombro: ¡Despertad a vuestra madre, hijos de puta!
De la calle respondieron: ¡Visquen les Falles de València!
German D. Ricaurte García
Panadero de la vida
Vivan las Fallas y felicidades por el relato. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias, maestro Ginés. Que dejes tu huella por aquí es una gran explosión de sentimientos. Saludos!
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