Podría escribirte de la vida, sobre el desengaño, la esperanza, los sueños,
el amor.
Podría escribirte un cuento, una hazaña, un poema, una canción.
Podría ir más allá y citar versículos de Dios —dice mi madre que revelan
su presencia en el hogar, el trabajo y resuelve los problemas de
verdad—.
Podría escribirte tantas cosas, como peces hay en el mar.
¿Lo haría? sí. Sin embargo esta vez no. Y no porque no pueda, más
bien
porque no pienso desperdiciar un minuto más sin demostrarte, lo importante que eres en mi vida, en mi familia y en nuestra sociedad.
Prefiero abrazarte y brindar contigo cara a cara y sonreír, que
que dedicarte frases lapidarias en aquellos muros, de moda, hoy, para
escribir. Pronto brindaremos.
Mientras, te invito a percibir
—juntos— el aroma de un café; la brisa sobre el mar; bailar una canción y escuchar
al ruiseñor. Espero que podamos degustar un vino tinto, una cerveza, y por qué
no, regalarnos una flor. Ya lo dijo el poeta: —«Si no seguimos el rumbo de
nuestros sentidos correremos el riesgo de naufragar sin ellos.»—.
¿Navegar? Claro que sí con ‘buen viento y buena mar’ y sobre un barquito…
…mejor que con el Facebook, Twitter, Whatsaap y
tanta Red social.
Baker
life
Panaderodelavida.blogspot.com
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