Algunos
celebran San Valentín, otros, el día del amor y la amistad, pero y nosotros ¿qué
celebramos?
Había una vez en una isla tropical sobre una peña
desarbolada, una pareja enamorada que sellaba su flechazo como insignia de aquel viejo pacto, hasta la eternidad. «¡Grabado
está!», profirió el joven muchacho a la vez que empuñaba ensangrentado, su
cuchillo de coral.
El dibujo —tatuado—
chorreaba de sus brazos la tinta para pintar el corazón inscrito en la escarpada
roca.
—Juro por el Dios que nos da la
vida que te amaré todos los días, como alumbra el sol, esta bella isla ¿Y tú, lo
juras?— preguntó la joven dama.
— Te amaré, como ama el viento a la cálida arena, como
el mar que busca acariciar la orilla, y como el pez que atrapa—inocente—el brillante anzuelo.
—Pues, que así sea.
Se fundieron en un amor desenfrenado y saltaron—juntos—, desde lo alto de la
virgen peña.
¡Feliz
día de San Valentín, mi negra hermosa!
MANCHO
Panadero de
la vida
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