domingo, 17 de abril de 2011

Domingo de Ramos

Es sólo una semanita no es un año, no es toda la vida; Son únicamente siete días para aprovecharlos cada vez con nuestras familias y recordar la Pasión, Muerte y Resurrección del más grande ser que ha podido merecer tanta admiración, respeto y amor: Jesucristo nuestro Señor, el hijo de Dios. Quien nos reveló los mayores conocimientos de la historia para que estén por siempre a disposición de quien los quiera conocer y ejercer por derecho propio al convertirnos también en hijos del creador. 
"Si tenemos la certeza de todo lo ocurrido en ésta semana y reflexionamos su mensaje, podemos disfrutar del mayor sentimiento que dirige nuestras vidas ¡El Amor!
Que se expresa en el perdón, la reconciliación y la comunión en paz con los demás para hacernos formar parte esencial del plan divino que busca la salvación y la eternidad para Gloria del Señor y el regocijo de nuestros corazones... (Al menos eso podemos extraer del evangelio)"


Si decimos que la Fe es nuestro gran secreto y el Amor su condición ¿Por qué algunas personas se erigen enviadas del Señor y únicas poseedoras de su gran poder? ¿Por qué intentan profetizar, discipular y adoctrinar en el nombre de Jesús a una grey ávida de cambios y riquezas materiales? 
¿Será que usan la Fe innata (don de Dios) de esa grey a la deriva para hacerles creer que suplen sus necesidades espirituales con la secularización de todo lo que les rodea?
¿Será que hasta su entorno familiar  es secularizado y así consiguen el propósito de apartarlos de cualquier vínculo con la realidad?
¿Será que aplican para tales propósitos técnicas de manipulación psicológica y otros artificios sectarios?
¿Será que algunos relatos bíblicos son usados a su antojo y amaño para hacer una mezcolanza entre presentismo histórico, contextualización fabulada, carisma, show mediático, dramatización, falsa sanación y pícara alegoría de un espiritismo chamanico más que santo, y alguna artimaña más para crear   las bases de su sistema piramidal del negocio de la FE? 
¿Será que conviene más aprovecharse de los tiempos que corren, y aunque sin ser novedoso, ya que desde la antigüedad proliferan los negociadores de la Fe, enzarzarnos con batallas dialécticas y costumbristas con respecto a nuestras raíces ya cristianas?

¿Será que es mejor hacernos dudar y participar de sus disputas religiosas entre líderes de iglesias que se contradicen unos a otros y que, velando más por los intereses económicos y de poder de quien las regenta, no  buscan la manera de aunar esfuerzos para la reconciliación de todos los cristianos?

¿Por qué se basan más en el temor y el castigo que en la confianza y el Amor? ¿Por qué suelen hacer más protagonista a un diablo que aunque ya está vencido, ellos insisten en hablar de su astucia y engaño para ponerlo como el rey de este mundo? 
¿Por qué no se profundiza más en el mensaje de Jesús que es el verdadero protagonista y vencedor de la historia sin la necesidad de apropiarse de su nombre?
¿Por qué no respetamos y transigimos las otras maneras de entender la pasión de Jesucristo?
¿Por qué no recordamos en estos pocos días las bondades que nos ofrece su mensaje para ponerlo en práctica en el resto de nuestras vidas?

¿No sería mejor hacer el acto de contrición respetando a los demás y valorando siempre lo mejor de cada situación, persona y religión?

¿Y si es el otro el que tiene la razón?

Sin duda alguna, alguno la tendrá o quizás ninguno. Pero de lo que sí podemos estar seguros es que cada uno en su propio entendimiento cree tenerla. 

Después de cuestionarme éstas cosas llegue un poco tarde a misa pero, pude escuchar acerca de aquellos que se erigen también en salvadores del mundo con muy buenas intenciones. Capaces hasta de arriesgar su libertad por causas de injusticias humanas, hambrunas, guerras, y muchas otras desgracias que aquejan el mundo entero.
El curita citaba a los héroes que luchan por causas terrenales pero que no logran acabar del todo con su misión. Explicaba, el curita que, por su misma condición humana, y aún profesando un amor incondicional hacia los demás, sus causas (las de los héroes) se hacen estériles, en el trasfondo de una sociedad buscadora de cambios cada vez más alejados del Amor incondicional del Señor. 

Tal vez, pienso yo, si todos buscáramos a Dios unidos en oración, lograríamos  compartir su palabra para que sea él desde su infinito poder, quien tome las riendas de nuestras vidas sin prestarle tanta atención a los tales líderes (padres o madres espirituales) para dejarle la respuesta de la Razón al Señor. Así podríamos elegir ¡vivir con el corazón! para sentir el verdadero gozo del Amor en nuestro propio silbo apacible. 

Cada semana santa recordamos la oferta de Pilatos al pueblo judío. Lastimosamente, ellos eligieron a Barrabas, el bandido reconvertido en héroe de su tiempo (porque luchaba por la liberación de los judíos a manos del imperio romano) y rechazaron a Jesús que lucha desde siempre para liberarnos de todo imperio de muerte dándonos vida eterna. Y es ésta la misma oferta que hacía el curita a la grey presente en aquella iglesia de mi barrio cuando salía con mi familia a la espera del siguiente turno litúrgico: 
¿A quién elegiremos a Jesús o a Barrabas?

¡Feliz Semana Santa para todos!




Domingo de Ramos:

"Cuando se acercaban a Jerusalén, junto a Betfagé y a Betania, frente al monte de los Olivos, Jesús envió dos de sus discípulos, y les dijo: entrad en la aldea y luego que entréis en ella, hallareis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado; desatadlo y traedlo. Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decir que el Señor lo necesita, y que luego lo devolverá. Fueron, y hallaron el pollino atado afuera a la puerta, en el recodo del camino, y lo desataron. Y unos de los que estaban ahí les dijeron: ¿Qué hacen desatando el pollino? Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado; y los dejaron ir. Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él. También muchos tendían sus mantos por el camino, y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían por el camino. Y los que iban delante y los que venían detrás daban voces, diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas! Y entró Jesús en Jerusalén, y en el templo; y habiendo mirado alrededor todas las cosas, como ya anochecía, se fue a Betania con los doce" (Mateo 21, 1-11).


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (2,6-11):
Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos (15,1-39):
Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes, con los ancianos, los escribas y el Sanedrín en pleno, se reunieron, y, atando a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilatos. Pilatos le preguntó:
« ¿Eres tú el rey de los judíos?»
Él respondió:
«Tú lo dices.»
Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilatos le preguntó de nuevo:
« ¿No contestas nada? Mira cuántos cargos presentan contra ti.»
Jesús no contestó más; de modo que Pilatos estaba muy extrañado. Por la fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en la revuelta. La gente subió y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilatos les contestó:
« ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?»
Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilatos tomó de nuevo la palabra y les preguntó:
« ¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?»
Ellos gritaron de nuevo:
« ¡Crucifícalo!»
Pilatos les dijo:
«Pues ¿qué mal ha hecho?»
Ellos gritaron más fuerte:
« ¡Crucifícalo!»
Y Pilatos, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados se lo llevaron al interior del palacio –al pretorio– y reunieron a toda la compañía. Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo:
« ¡Salve, rey de los judíos!»
Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo. Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz. Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «la Calavera»), y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno. Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: «El rey de los judíos.» Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice: «Lo consideraron como un malhechor.» Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:
« ¡Anda!, tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz.»
Los sumos sacerdotes con los escribas se burlaban también de él, diciendo:
«A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.»
También los que estaban crucificados con él lo insultaban. Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y, a la media tarde, Jesús clamó con voz potente:
«Eloí, Eloí, lamá sabaktaní.»
Que significa:
«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
«Mira, está llamando a Elías.»
Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber, diciendo:
«Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo.»
Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:
«Realmente este hombre era Hijo de Dios.»
Palabra del Señor



-Panadero de la vida-


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