lunes, 24 de enero de 2011

PARADOJAS DE LA VIDA

"El premio Nobel de la Paz se le otorga a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz”Testamento del premio Nobel.

El ser humano por definición piensa, razona, medita y reflexiona; y yo lo hice consciente por primera vez, aquel viernes 8 de octubre de 2010:

“¿Cómo puede ser entonces, que la persona que más ha luchado por la Paz Mundial en estos tiempos que corren represente una amenaza para su familia, su pueblo y la sociedad mundial, y ni siquiera pueda acudir un emisario a recibir semejante mención de honor?”

Quizá la entrega del Premio Nobel tenga que ver con la libertad de los pueblos y sus derechos civiles y la libertad de expresión de su gente, me dije entonces. Y me resultó bastante paradójico que el ganador del premio nobel de la paz en el 2010, el Señor Liu Xiaobo, se encontrara encarcelado y privado del cariño de su gente, su familia, su pueblo y su país.

¿Sería un disidente?, sí. ¿Estaría encarcelado?, también. ¿Sería culpable?, puede ser, digamos que todo Estado es soberano en sus leyes. Pero una cosa es ser culpable y perder la libertad mientras pagas una condena y otra cosa es ser culpable y que paguen además, tu familia, tu entorno y hasta tu propia nación, incluida la libertad de expresión: ningún medio podía cubrir tan honorable galardón para un país entero.

“¿Cómo se puede censurar hasta los medios de comunicación por dicha culpabilidad?”, me pregunté. Cuidado, nadie está exento de perder su libertad, pero sí debemos confiar en que sea sólo la del reo y no la de toda una nación.

¿Qué les pasa a los líderes mundiales?
¿Qué les pasa a las organizaciones de derechos humanos?
¿Qué les pasa a los dirigentes políticos?
¿Qué les pasa a los artistas?
¿Qué les pasa a los líderes religiosos?
¿Qué les pasa a los pensadores y científicos?
¿Qué le pasa a nuestra sociedad?
¿Qué nos pasa a nosotros mismos?

Tal vez, como tantas otras cosas que nos cuentan los encargados de llevar el rumbo de nuestra existencia, muchas de estas paradojas siguen pasando porque nosotros mismos pasamos de ellas.

¿Será que estamos en la obligación de hacer algo, desde nuestro propio hogar, aportando cada cual a su justa medida, para que poco a poco mengüen tantas paradojas que encontramos en el día a día? ¿Será verdad que la mente humana ha evolucionado tanto, tanto que ya sea capaz de comprender las paradojas de la vida?

Seria pues, una alegría inmensa para Stephen Hawking y su viaje en el tiempo, donde según él, existen agujeros negros en el universo con túneles temporales, para viajar a través del tiempo. Sin duda una proeza de imaginación para las mentes de sus seguidoras y seguidores y una certeza de admiración para otras.
Tal vez, en aquellos viajes a otras dimensiones sí y se encuentren galardonados por trabajar más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz, recibiendo como se merecen ¡un premio Nobel de la Paz!

La verdad es que aún sigo sin creer en los viajes del tiempo, pero sí pienso que cada uno es libre de profesar sus ideales y ser consecuente a cultura, mediante el derecho a defender con respeto sus raíces, costumbres, naturalezas e idiosincrasias, para generar la convivencia en paz entre personas, sin importar sus naciones.

También comprendo que exista un Dios que ya hizo su trabajo, la creación, y que nuestra misión es cuidar, disfrutar y hacer que perdure en el tiempo. Yo mismo profeso que los dones o talentos, innatos al ser humano, sirven para desarrollar una misión que deje huella a las generaciones venideras mientras disfrutamos de nuestro tiempo.

Sólo así comprendo la única paradoja que también nos cuestionamos a diario los hombres de Fe: “¿Si existe un Dios por qué existen tantas guerras, desastres, hambrunas, terrorismos, desigualdades, conflictos, crisis económicas, enfermedades… Si de verdad existe un Dios, entonces ¿por qué existe tanta maldad en nuestra creación?

No más sillas vacías,
no más premios sin algarabía,
no más quedarnos con la agonía;
sí existe un Dios,
¿por qué acostumbrarnos a las paradojas de la vida?

¡Ganemos la batalla que aún no está perdida!

Sin balas ni asaltos, sin tecnologías,
procura hacer algo, por ti y por tu pueblo,
todos los días; deja que fluya
la mejor energía: el amor de Dios.
Y empieza a cuestionarte las paradojas de la vida.

German D. Ricaurte García
Panadero de la vida

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