Me gano la vida limpiando discotecas de jueves a lunes.
El martes descanso y lo uso para organizar mis cosas personales. El miércoles
doy una manito a las mujeres de mi casa. El domingo es para mí, el día
más especial de la semana porque solemos salir en familia y pasear por las
soleadas calles valencianas.
A veces, lo hacemos también en bicicleta por la parte del
rió-seco de las torres de Serranos (antiguamente, las puertas de la ciudad
donde vivo desde hace más de 10 años). Lastimosamente mi paseo dominical se ha
visto interrumpido gracias a un empleo extra que, si no fuera porque me lo he
tomado a risa, sería un martirio, con tanto tiempo de sobra para
reflexionar con mi escoba. Afortunadamente y desde entonces, comienza cada semana
con alguna nueva historieta para compartir entre la familia y los
amigos...
Este no era un domingo cualquiera en aquella época de
invierno. En las noticias pronosticaban un día soleado; el cielo despejado de
nubes resplandecía su tono azulado por toda la ciudad. Los pajaritos acompañaban
a las familias valencianas a la espera de las migajas de pan, que tiran los
padres para atraerlas y sacarse fotos con sus niños. Los turistas seguían agolpándose
en las terrazas de los bares, para tomarse una fría cerveza, picar unas patatas
bravas y masticar con fuerza, los morritos que hacen las delicias de los
alegres clientes.
Otros clientes habituales, pero del bocadillo con
coca-cola y vasos de plástico; esperaban tender en el cauce seco del río Turia,
el mantel para comerse gratis el almuerzo con los niños de mi casa, después de
montar bicicleta, jugar a la pelota y divertirse un rato entre todos ellos...
Mientras imaginaba el paseo de mi familia, alistaba los
utensilios para barrer las calles, aceras, terrazas y fincas que, ocupan
los restaurantes y bares de una de las mejores zonas rumberas de las
noches valencianas. Y aunque no era el plan deseado, me motivaba componiendo
una canción que tarareaba desde las ocho de la mañana en casa, antes de partir
en bicicleta hacia el local donde guardo
mi carrito de limpieza, a unos 15 minutos de recorrido.
Mi faena empieza a las ocho y media de la mañana, y
recojo entre otras cosas, botellas, vasos, latas, trozos de pizza, condones,
cartones, cristales rotos y todo cuanto se puedan imaginar del fin de semana.
Mi misión, si es que tengo alguna, es preparar las calles para que los vecinos
de la zona donde limpio, no se quejen y puedan disfrutar de un limpio paseo dominical…Pero
este domingo no era un domingo cualquiera, y los vecinos, ajenos a la rumba no
entendían qué había pasado: ¿Por qué estaba tan sucia la calle?, ¿Por qué
tantas colillas de tabaco?, ¿Por qué no había pasado la cuadrilla del
ayuntamiento?; los vecinos se me quejaban, mientras yo barría la calle, y prestaba
un poco de atención a sus protestas; deseando terminar mi faena y regresar lo más pronto para
disfrutar de mi familia. Cosa que hice después de un faenón, mucho más tarde de
lo habitual, cuando los alcancé en el río; y marchándonos a disfrutar de una comida familiar, pudimos
asistir a nuestra cita con Jesús y a una cena de despedida.
Con el tiempo justo para reencontrarme con algunos "parceros"de Colombia, uno de
ellos me invitó a fumar un cigarrito en la parte de afuera del púb donde jugábamos
billar. Últimamente, ¿fumes o no?, en algún momento te ves obligado a platicar
en las puertas de un local, mientras
algunos se echan unas caladitas, ¡Chupando un frió que pela!, ¿Si fumas?, porque fumas; ¿Si no fumas?, pues, de
acompañante.
En ese tiempo de espera, mientras se consume el
cigarrillo, se puede llegar a ser testigo de escenas muy variopintas:
- ¡oye!, ¡nano!, está todo nublado, mira que lástima, con el buen tiempo que hacía ésta mañana ¿y ahora cómo nos vamos? -continuó diciendo el mismo, en un tono burlesco- ¡Hasta las nubes han bajado del cielo!, dime: ¿Por qué crees que la noche se ha nublado?
- ¡oye!, ¡nano!, está todo nublado, mira que lástima, con el buen tiempo que hacía ésta mañana ¿y ahora cómo nos vamos? -continuó diciendo el mismo, en un tono burlesco- ¡Hasta las nubes han bajado del cielo!, dime: ¿Por qué crees que la noche se ha nublado?
Encendiéndose un cigarrillo, el señor que hablaba, señalaba
la neblina que tapaba los árboles de naranja que por allí decoran la ciudad.
La pregunta tenía guasa para el chico de aspecto
desaliñado, llevaba el pelo largo y la mirada
bastante ida, éste también fumaba.
El camarero nos advertía del “melenas” y del calvo que
hablaban, con gestos de estar loco el uno y borracho el otro.
No obstante, sus advertencias no llamaron nuestra
atención, y sí lo hizo la peculiar respuesta del calvo, quien lanzaba una
colleja directa a la cabeza del “melenas”, y sin darle tiempo a reaccionar a
éste… sonó el ¡plash!, retumbando los oídos y dejando cuatro dedos rojizos,
marcados en la nuca.
Nosotros quedamos más atónitos aún, cuando el calvo dijo
- La noche se ha nublado porque la capa de ozono está
rota. Y toda la neblina, se cuela por el agujero de la atmósfera,
arrastrando las nubes hasta la tierra. ¡Tú no te enteras chaval!, ¡no te
enteras!
El calvo echándose a reír con su ironía, daba una calada
profunda al cigarrillo y tomando aliento para hinchar sus pulmones de humo volvió
a decir
- ¡Ay mi niño!, ya ves, los días son más cortos; y eso
también es por culpa del cambio climático. A ver dime: ¿Por qué crees tú que se
está acelerando lo del cambio climático?
-¡Yo que sé, nano!, ¡Yo que sé!- Respondió el melenas al
girar su cabeza para esquivar la otra colleja que le venía de parte de su
mentor.
Cuando volvió a sonar el ¡Plash!, dejando los mismos
dedos rojizos, pero esta vez, además de en la nuca, también en el cachete. Y se
escuchó:
-¡Pero es que no te enteras chaval!, ¡No te enteras!,
¿Qué pasa, que vas de pasota por la vida?, ¡Espabila nano!, ¡espabila!-
finalizaba el calvo su lección.
Ahora la calada del cigarrillo había sido tan profunda
que al soltar el humo de su boca y nariz, el ambiente se tornaba nublado en la
puerta del local; como si fuera una prolongación de la neblina de los árboles.
El calvo aprovechando esa humareda para señalar, volvía a
preguntar
-A ver subnormal, que eres un subnormal. ¿Adonde crees tú
que se va todo este humo que echamos a la calle?- Soltando una bocanada de humo
de su boca continuaba diciendo- Tú imagínate
sus efectos. Imagínate la gravedad para el cambio climático; imagínate,
¿En que nos puede estar afectando éste humo que echamos los fumadores a la
calle?, ¡bueno!, supongo que a ti te estará afectando en algo ¿no? Mira
nada más, como se nublo el día-.
Yo, bastante intranquilo con el silencio de aquel
desaliñado chico, quería contestar al calvo y acabar así, su chulería; pero a
lo mejor, si intentaba resolver el enigma del humo del tabaco en el cambio
climático, las collejas retumbarían en mis oídos. Y conociendo a mi parcero, lo
mejor era callar; aunque no dejaba de buscar en mis adentros qué responder...
Fue entonces cuando recordé las quejas y reclamos de
los vecinos de mi zona; justo antes de doblar la esquina con mi carrito de
limpieza, había quedado flipado por mirar casi 50 o 60 metros de acera llena de
colillas de tabaco. Y sintiendo aquel faenón encontraba la respuesta a las
preguntas del lanzador de collejas ¡Vaya, si ahora podía contestar!
La voz de don Pepe, un viejito amable pero gruñón,
resonaba por mi mente -Las aceras de valencia están llenas de colillas, ¡muchacho!,
pero no sólo las aceras, nooooo… ¡Las terrazas y las calles también! En
cualquier lugar se encuentra uno, con colillas regadas, ¡que
asco!, y además, con las terrazas llenas de estufitas para que la gente fume
agustita, ya no se pueda ni pasear ¡aaaah!, como si fuera una obligación
mantenerles el vicio dejando de pasear tranquilamente por aquí- finalizaba gruñendo
su discurso, don pepe. Amablemente compartíamos los titulares del periódico que
siempre lleva bajo el brazo cuando se acercaba otro vecino en la esquina,
no daba crédito al paisaje, y con vos melancólica se desahogaba-
¡Esto debieron preverlo!, ¡hombre!, con ceniceros grandes
en las entradas de los bares; y aumentando el personal para limpiar en las
calles.
¿Cómo es que no prevén esto?, mira Pepe la acera, ¿cómo
está?, ¡vuelta mierda!, ¡hombre! de tanta colilla- Se respondía él mismo.
Una señora que paseaba con su perrito se unía a las
protestas- ¡Vaya y yo!, disque preocupada por no recoger la mierda de mi
perrita la cuqui-. A su lado la otra chica recalcaba- Trabajo de camarera en un
bar y ahora el bar esta limpio y la acera esta sucia, ¡qué paradoja!; ya verán
cuando la ropa tendida en los patios esté de ceniza hasta el cuello. Si antes
entrabas al bar y salías impregnada de tabaco ¡ahora entras al bar, con el olor
a tabaco puesto!,
¡Vamos, como si fuera la colonia!-.
Entre quejas y soluciones de mis vecinos, intentaba
dilucidar la manera de decirle a mi jefe del aumento de faena, y ¡todo
por la misma plata!
Ya empezábamos a conocer las consecuencias de la ley
antitabaco y se me acababa de aumentar en dos horas la faena y nadie me las iba
a pagar...
Así estaba dispuesto a contestar a la pregunta del enigma
del cambio climático cuando el calvo contestó dirigiéndose al “melenas”:
-¡Espabila nano, espabila!
¿Aún no sabes por qué se nubló el día?
El día se nubló porque ahora mismo en toda España, en las
puertas de los bares están fumando hasta el culo, por culpa de la dichosa ley
anti-tabaco. Todo este humo que echan los miles de fumadores a la calle… Se
sube a la capa de ozono; abre más el agujero de la atmósfera y hace que se
cuelen las nubes que bajan a la tierra ¡El cambio climático nos está afectando
a todos en general!, ¿es que no lo ves nano?
¡Espabila chaval, espabila! -.
Les aseguro que en ningún momento supe cuál era el
borracho y cuál era el loco. Pues, tal era el grado caricaturesco de los dos
personajes que, al final y entre risas me atreví a contar la historieta de
mi faena…
-Joder, colega –me dijo el calvo- que yo también soy
barrendero, pero contratado por el ayuntamiento; y la orden ha sido olvidarse de
parques, calles, jardines y aceras, para ayudar a que los locales de ocio a
mantengan limpia su entrada-.
-¿Será entonces que sí tenían previsto, los daños
colaterales, los del Ayuntamiento?-.
-¿Será que quieren que, la gente deje de fumar o más bien,
los dejen de molestar?-.
¿Será que habían escuchado las quejas de los vecinos de
mi zona?-.
Tal vez para muchos, no sea lo más apropiado el
dejar de fumar por una vida más sana para todos; pero al menos, si estás de
acuerdo con el loco, puedes ayudar con el Cambio Climático.
Panaderodelavida.blogspot.com
.
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