‘Luc 10:1 V. 1. El
consuelo de los padres depende mucho de sus hijos; y esto sugiere a ambos los
motivos de sus deberes’
A veces, cuando parece que nuestros
actos pasan desapercibidos; que nuestros pequeños detalles dejan de tener importancia
y que sólo las grandes gestas —ofrecer carros, casas, fincas, viajes, herencias, etc…— dan relevancia a nuestra misión de padres. Te encuentras con detalles pequeños, pero con significados inmensos, y te preguntas: «¿Qué tan importantes somos para nuestros hijos? ¿Será que ellos sí poseen autoridad para juzgarnos? ¿Será cierto eso de que somos sus
primeros héroes?»
Tal vez, la cosa vaya por
etapas, en las primeras, estoy convencido de que es mucho más gratificante: acompañar
que castigar; divertir que corregir; jugar que amaestrar; Bendecir que desconfiar;
imaginar que describir. A lo mejor sembrar llega a ser mucho más barato que comprar, y dar más
importante que recibir; porque al fin y al cabo, ¿de qué nos sirve ser padres si no enseñamos a nuestros hijos a usar las herramientas para su desarrollo? ¿de qué nos sirve delegar en otros, aquellas funciones tan importantes para su vida? ¿Creamos un mundo para ellos, o les enseñamos a crear su propio mundo?
A mis padres, amigos,
hermanos, familiares y demás conocidos, les deseo un ¡feliz día del padre junto a
sus hijos! Que el Señor continúe Bendiciendo nuestras relaciones, en especial
manera, nuestra comunicación con ellos. No hay nada más especial para un hijo que, el saberse amado, respetado e importante para sus padres. Por
ello, me atrevo a compartir con ustedes, en este día del padre—sin pretender ser ejemplo de nada—, un dibujo que mi hijo—Juandi— de 7 años, me ha dedicado después de
decirme estas palabras:
—“Igual para otras personas, papá... dirán que, tú no eres el padre
perfecto. Pero para mí, sí que lo eres.”
Juan Diego Ricaurte Valverde
Panaderito de la vida