Cuando
entré al salón de exposiciones de El Café de Co de Wayco escuché a una amiga preguntarse
tras mirar su reloj, acerca del porqué del retraso del evento, si ya eran más
de las 19:30h. ‹‹¡Qué vaina —me dije—,
cómo puede ser, si el evento ya comenzó hace siete minutos en la terraza
interior; allá disfrutan la obra Cartas
al Coronel de Harold Zuñigan››.
Nada
más terminar la actuación entre aplausos más que merecidos, comenzó la tertulia
literaria, percibiéndose el espíritu del Nobel desde un rinconcito reservado tras el público que abarrotaba el recinto, alrededor de la mesa de los ponentes. En el lugar se
respiraba complicidad y encantamiento ante la admiración y el respeto por aquél
colombiano que enamoró al mundo desde su Macondo mágico.